lunes, 11 de marzo de 2013

Domus Romana


La domus romana constituye una tipología compleja en sí misma en lo que se refiere a organización interna espacial, que responde a un conjunto de necesidades sociales, en contraposición a la tipología griega, en donde era la necesidad privada la que constituía el germen de la vivienda. Este hecho queda recogido por diversos autores entre los que destaca Vitrubio, quien en su libro IV de la Arquitectura habla de este hecho.
La Domus Romana es una tipología fácilmente adaptable  las necesidades propias de cada familia, estableciéndose lugares privados en función de las características de la unidad familiar, que en general estaba constituida por un matrimonio y sus hijos, y que podía albergar también otro tipo de parientes así como esclavos, apareciendo espacios secundarios destinados tanto a tareas de servicio como de estancia temporal.
En dicha estructura familiar se distinguían con claridad, y tomaban un mayor rango en la jerarquía interna, los vernaculi, es decir, los hijos del matrimonio nacidos en la domus. Éstos contaban con estancias propias y no dependían de la caridad del germen familiar, como ocurría con los parientes. El caso extremo, el de los esclavos, que contaban con un lugar de trabajo pero no uno de estancia, y que se tiraban al suelo incluso para dormir.
La costumbre social entorno a la cual casi se organizaba toda la casa era el acto del banquete, siendo éste un acto en el que el romana demostraba ante su familia, amigos y el conjunto de la sociedad su nivel dentro de la misma.
Por norma general, las domus eran de un solo piso, aunque en determinados casos podía ocurrir que debido a las necesidades de la familia, se pueden añadir cuerpos superiores para dedicarlos a elementos de servicio, estancias para alquiler o pequeños espacios para alquilar. Sin embargo, sobre todo en ciudades de una gran población, como por ejemplo Roma, aparece una nueva tipología, que surge a partir de la domus, y que es la ínsula, que se corresponde con la tipología en la que hay varios pisos con varias familias viviendo en el mismo inmueble.
En un principio, en la antigua Roma, se adopta como propia la tipología de casa etrusca. Esta se caracterizaba por una serie de espacios articulados entorno a un foco central. Así, la puerta a la calle se abría un espacio interior, el vestíbulo, desde el cual se accedía al elemento central, el atrio, que podía estar porticado o no, y con columnas adosadas a las paredes. Este era el punto central de conjunto de espacios, quedando organizados, de manera radial el resto de estancias. Así, aparecen los cubicula o dormitorios espacios que generalmente eran de carácter reducido debido a que, por el carácter público de la vida romana, la presencia de personas en ellos era casi anecdótica. Uno de los elementos que solía aparecer en el centro del atrio era el impluvium, un elemento que funcionaba como alberca y que servía de lugar para recoger el agua de lluvia que caía directamente desde la cubierta. Frente a la entrada se ubicaban los espacios sociales más significativos, el tablinum y el triclinium. El primero era el lugar de recepción, mientras que el segundo era el comedor de la casa. Por último, es importante destacar otros espacios, entre los que destaca la culina (cocina), punto al cual se accedía desde el atrio, punto donde también solía ubicarse un pequeño altar. Es importante destacar, que las domus solían tener un hortus, que era un pequeño huerto propio de cada familia y que aportaba las hortalizas comunes para el consumo familiar.


La Domus Compleja de finales de la República

A medida que los territorios romanos se expandían, también lo hacía su cultura y esto se traducía en una mayor complejidad en el desarrollo de la tipología de la domus. Al estar en contacto con la antigua civilización griega, al anexionar sus ciudades, se adoptan nuevas formas de decorar y de conseguir espacios más ricos. Así, las domus comienzan a ser mucho más complejas y grandes, debido a la gran cantidad de estancias de servidumbre que se comienzan a necesitar. Esto, unido a una mayor especificación de los espacios, ayuda a que la riqueza tipológica aumente, apareciendo nuevas estancias como el triclinium (estancia para verano), el oeci (sala de fiestas) o la exedra.  Además, otros espacios que aparecen esporádicamente en esta domus compleja son la biblioteca, la sala de tertulia o los baños. Debido a la imposibilidad de ampliar la casa hacia la calle, se asume que el sentido de crecimiento de la casa debe ser de carácter longitudinal, en altura, o en caso de las familias con un mayor nivel social y económico, se podía optar por unir varias casas a forma de ampliación. En este caso, aparece una estructura porticada de columnas, descansando sobre ellas el voladizo interior de la cubierta, siendo llamado este conjunto el peristilo. Esta estructura se dispone en la parte posterior de la vivienda, espacio que con anterioridad era ocupado por el hortus. Este lugar se convierte en un nuevo foco de reparto espacial de la casa, abriendo espacios, entre los que destacan comedores de verano e invierno, salas de reposo, dormitorios, etc. En caso en el que se queden trazas de jardín en la casa, aparecerán decoraciones con árboles, plantas y flores, pérgolas, esculturas y fuentes, e incluso en algunos casos, aparecerá un triclinium para poder comer al aire libre.




Materiales y técnicas de construcción

La construcción de los edificios, tal y como ocurre en la actualidad, comienza con la disposición de los cimientos, de manera que sean el soporte estable sobre el que poder desarrollar la tipología de domus. Sobre estos cimientos se edifican muros de piedra o ladrillo, quedando su interior relleno por el material por excelencia romano, el hormigón, que por lo general, en las domus era el opus caementiciun. Éste está compuesto por trozos de piedra, ladrillo y cascajos unidos con mortero líquido. Las separaciones interiores, es decir, la actual tabiquería, estarían resuelto con una estructura mucho más ligera. La parte superior, la de cubierta, quedaba resuelta mediante una estructura de madera sobre la que se disponían piezas cerámicas en forma de teja. Éstas podían ser de dos tipos: la primera re tipo rectangular (tegulae) o semicilíndricas (imbrices).







REFERENCIAS
ÁNGULO IÑIGUEZ, Diego (1978): Historia del Arte. Tomo I, RAYCAR, Madrid
SÁNCHEZ, Mª Ángeles (1998): La Casa Urbana Romana y su Ajuar, Museo Arqueológico Nacional, Madrid
García, Alfredo; Algargos, Arte e Historia. Material didáctico para la asignatura de Historia del Arte. Actualizada: 26/12/2009. [Fecha de Consulta: 09/03/2013]. Disponible en: http://algargosarte.lacoctelera.net/post/2009/12/26/la-domus-y-insula-evoluci-n-la-vivienda-urbana-roma

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